La historia de los magos siempre me ha cautivado: Tres hombres estudiando las estrellas, y se topan con una estrella muy especial, que con el tiempo, los guió hacia el Rey de Reyes y Señor de Señores.
“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.”
Mateo 5:14-16
Dios me ve como una luz en medio de la oscuridad, y me pide que haga lo mismo que hizo la estrella de Belén: Guiar a otros a Jesús.
En medio del egoísmo–Que pueda brillar pensando y actuando a favor de los demás
En medio de tanta necesidad–Que pueda brillar extendiendo mi mano con generosidad
En medio de tanta falsedad–Que pueda brillar siendo genuina
En medio de la desesperanza–Que pueda brillar con la Luz del Evangelio de la Paz
Que las personas vean en ti y en mi esa luz que los guíe hacia el Salvador del mundo.
“Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos,
diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle…
Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo.
Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron”
Mateo 2:1-2 y 10-11Brillemos, no solo en está navidad, sino todos los días de nuestra vida.